viernes, 22 de julio de 2011

Princesas del Indie

Con un pie en la música independiente y otro en el mainstream, las princesas del indie tienen siempre unas características definidas: una voz muy personal, juventud, cierta preferencia por las melodías tristes y los ritmos pausados, da igual de dónde sean. Adele, con su recién estrenado álbum 21 y su omnipresente tema Rolling in the deep es quizá la nueva promesa de este desfile de adolescentes tempranamente maduradas a golpe de lacrimales hipersensibles, con la inexplicable capacidad de sonar a la vez en Los 40 Principales y en RNE3.

Por suerte, tras sus romances con el público de masas, tarde o temprano acaban volviendo a los austeros pero cálidos brazos de la madre independiente, si es que no acaban en un centro de rehabilitación o dando un braguetazo. Eso sí, no hay que quitar mérito a su talento para poner los pelos de punta y los cristalinos húmedos, pero sobre todo, a sus siempre grandes voces. Hacemos un repaso a las princesas más sonadas:

Amy Winehouse
Con las más sinceras disculpas para Kathleen Ferrier, Amy Winehouse es posiblemente la contralto más famosa de la historia. Si se debe o no a su música, es otro cantar. De haber una candidata a reina entre tantas princesas, seguramente sería ella. Componiendo y desfilando con su guitarra por Camden Town desde los trece años, Amy dio el salto al mercado discográfico en 2003 con su álbum debut Frank, pero la fama le llegaría en 2006 con Back to Black, un profundo trabajo de soul y sonidos negros éxito de crítica y público. Para muchos la mejor voz de Inglaterra, y no seré yo quien lo discuta, Amy Winehouse trajo al siglo XXI el jazz, el soul y el espíritu de la Motown, que no es moco de pavo. Lástima que su cariño a la botella y otras sustancias creciera de forma directamente proporcional a su éxito y acabara de cavar su ya de por sí profunda tumba en su último concierto en Belgrado, el pasado 20 de junio, con un deplorable espectáculo ante los abucheos de 20.000 espectadores.

El tropezón: Rehab sonó hasta la saciedad en radios y televisiones, fue banda sonora de realities y películas de cuestionable talento y acompañó a su vez el relato de los excesos de la cantante en todos los medios.

La redención: Back to Black.

Lily Allen
Nacida en una familia que vivía del mundo del espectáculo, la vida de Lily parecía estar premeditada hasta el último detalle, y la joven no dudó en cumplir con las expectativas de un padre humorista, convirtiéndose en presentadora de la BBC, y de una madre productora, convirtiéndose en cantante. Su primer álbum, Alright Still, nació en 2006 al abrigo del éxito del soul de Winehouse. Si bien Allen no puede presumir de una voz grave y profunda, supo sacar partido a su dulzura y fragilidad y a sus coqueteos con el hip hop y consiguió colocarse instantáneamente en lo más alto de los carteles de los festivales. Como parece que no hay princesa sin polvos mágicos, Lily también acabó curioseando con las drogas a la vez que sacaba su segundo álbum, It’s not me, it’s you, además de haberse convertido en una joven mamá.

El tropezón: Smile, omnipresente, empalagosa, simplona y versionada por el elenco de Glee. ¿Alguien da más?

La redención: el cover de Everybody’s changing.

Carla Bruni
A pesar de ser una one hit wonder, ahora y siempre, y de que un mismo tema suponga su cumbre y su valle, no hay que menospreciar los intentos de aportar algo al mundo de la música de esta modelo, cantante, presentadora, actriz y, de paso, primera dama de Francia. No sabemos si alguien le habrá dicho que su carrera musical ha muerto, de hecho, insiste en sacar discos insípidos. Sea como sea, sólo por esa canción que todo el mundo sabe Carla Bruni dejó su marca en la música independiente, a pesar de haber sonado hasta el hastío en montajes de bodas y anuncios de café.

El tropezón: cualquier cosa antes, durante y después de Quelqu’un qui m’a dit.

La redención: Quelqu’un qui m’a dit.

Russian Red
Paradigma de las princesas, Lourdes Hernández, madrileña, empezó cantando a los 16 años en el metro. Si hay algo más indie que eso, que baje Cobain y lo vea. Quién le iba a decir a aquella adolescente que años después tendría un contrato con la Warner y realizaría una gira internacional con dos discos a sus espaldas. El primero, I love your glasses, lo grabó en 2008 compaginándolo con sus estudios de Traducción e Interpretación, y se convirtió en un must del ambiente gafa-pasta. Sin embargo, su single Cigarretes debió de descargarse por error en el Ares de algún trabajador de Sol Música y al poco tiempo estaba sonando en todas los top-ten de la península. De allí, al contrato nacional con la Warner, a las bandas sonoras de medio cine español y a que el séquito de modernos que la subió al pedestal comenzara a escupir pestes de su obra. Desapareció con su guitarra durante un año y, a la vuelta, sorpresa. Lourdes no había perdido el tiempo y se convertía en la principal apuesta internacional de su discográfica con su segundo álbum, Fuerteventura, cambiando la filial española por colaboraciones, en el tiempo y el espacio, con el mismísimo Elvis.

El tropezón: Cigarretes, sí, es bonita. Pero quien diga que no la ha aborrecido miente, esta canción ha acabado con más fumadores que la ley antitabaco.

La redención: Everyday, everynight

Lykke Li
Hija de una pintora y un músico suecos, Lykke Li pasó su infancia a caballo entre Lisboa, Rabat, Nepal y la India. Todo un campo de cultivo para hipsters. A los diecinueve años decidió independizarse y, claro, no había mejor sitio que Brooklyn. Cuando ya se había comprado suficientes camisas de cuadros, decidió mudarse a Sodermalm, en su país natal, y grabar su álbum debut en 2008, Youth Novels. Consiguió colocar su tema Everybody but me en el precioso recopilatorio Thank You For The Music, y a ello le siguió el siguiente disco: Wounded Rhymes. Si bien nunca ha tenido un tema exageradamente comercial, más bien su carácter y estilo le han brindado presencia más allá de los escenarios indie.

El tropezón: El plus-quam-melancólico tema Tonight se repite una y otra vez allá donde hay un documental triste que inculcar, una noticia deprimente o un drama romántico.

La redención: Get some.


Anni B Sweet
Malagueña, arquitecta de profesión y música de vocación, Ana López, conocida como Anni B Sweet, compuso su primera canción con su guitarra española a los 9 años. Desde entonces no dejó de lado el mundo de la canción hasta conseguir alzarse en 2008 con el premio Mondosonoro a la mejor maqueta. De allí todo fue en alza: edición del álbum Start, Restart, Undo, actúa como telonera del mítico Antonio Vega, éxito de su single Motorway, y de ahí a su propia gira que la llevaría a lo largo de 2010 por toda Europa y el otro lado del Atlántico, convirtiéndose en princesa del indie, pero reina del acústico.

El tropezón: su cover de Take on me, de A’ha, fue escogido para hacer compañía a las vacas del idílico anuncio de McDonald’s de 2010.

La redención: Capturing images.

Lena Meyer-Landrut
Haciendo el camino inverso, la alemana Lena nació en el mainstream, participando, sin ir más lejos, en una especie de Operación Triunfo germano, y no sólo llegó a la orgásmica cima de todo triunfito, representando a su país en Eurovisión con el tema pseudo-indie Satellite, sino que se llevó el premio y, de paso, se lió con el ganador del año anterior y montó una fiesta-orgía-batalla campal con alcohol y drogas, desnudo robado por la prensa y escándalo mediático incluidos. Pero por lo visto, la joven de 18 años no había roto aún suficientes tabúes del casposo festival, así que regresó un año después, con una voz mucho más trabajada, un aspecto femme fatale, un tema de inusitada calidad para lo que la UER acostumbra, y con cara de “Esto me la suda”. Ofreció un espectáculo elegante sin preocuparse por los twelve points y con ello se despidió del mainstream para mostrar su capacidad artística en su álbum Good News.

El tropezón: participar en Eurovisión, que no es poco, y ganarlo, que no es menos.

La redención: Taken by a stranger.


Beth Ditto
Mary Patterson, conocida como Beth Ditto, desempeñó su mejor papel en la música durante su pertenencia como vocalista al grupo The Gossip, entre 1999 y 2009, publicando tres álbums. Su voz ha sido calificada como la mejor voz femenina de los EEUU y gracias a esta fama se ha convertido en una de las principales embajadoras en Norteamérica de la causa LGTB. Si bien su aspecto no puede ser calificado de frágil y adolescente como el de sus compañeras de título, su voz, potente, al borde de la rotura, la convierte en la princesa más carismática. Fue en 2010 cuando empezó su carrera en solitario y se arrimó, con su EP I wrote the book a los mercados comerciales, aunque no ha calado muy hondo y todo parece apuntar que en su próximo álbum de estudio, previsto para finales de 2011, intentará explotar el tirón del mercado homosexual.

El tropezón: Good night, good morning. Un mal intento de entrar al mundo de la música electrónica.

La redención: Heavy Cross.


Si bien son solo una pequeña muestra, todas estas artistas pertenecen a un fenómeno plagado de vestidos a flores, moños altos y gafas Ray-Ban, posados con guitarras y bicicletas, fotos veladas y melodías tristes que seguirá dando sus frutos además de un contrapunto ligero al pesado mundo del indie.

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