domingo, 4 de noviembre de 2012

"Salí porqué salí", historia de enredos por Jordi Núñez

Y tras meses de cortos y videoclips, llegó el primer largometraje estrenado en una sala de cine por el joven director valenciano Jordi Núñez. Una historia de amores y celos, finales y reinicios, mujeres y cine.


La película, más allá de la representación de una historia sentimental común y universal a todos, es en sí misma una representación del proceso cinematográfico y quizá ello sea lo más llamativo: la protagonista nos narra, apelando directamente al espectador, el inicio de su historia de su propia voz, intercalado por escenas de los cortos de su novio, máxima figura representativa del cine: el director. Aunque no acabaremos de entender que asistimos a la película dentro de la película cuando al final del metraje [contiene spoilers] se nos revele que nuestra protagonista, Ariadna (Parula Rausell, protagonista también del corto La herida de Nina), es la directora de todo aquello que hemos visto.

De este modo, la grabación de una película sobre su propia experiencia se convierte para Ariadna en la catarsis mediante la que supera lo vivido. Un modo amable y suave de explicar una historia de adulterio y ruptura en la juventud, a tiempo para volver a empezar y quererse a sí misma. Y es que Ariadna es también una chica cargada de complejos y miedos, mayormente debido a lo poco que cree en su carrera como actriz, que consigue superar al convertirse en directora y, de algún modo, ganar a su expareja, Carlos (Diego Navarro) en su propio campo de juego.

Pero la película tiene su contrapunto al drama y la superación en los ricos y entrañables personajes secundarios: la sexodependiente Ainhoa (Andrea Avinent), el desquiciado violador Armando Guerra (Alejandro Montoya), la histriónica amante de Carlos, Marina y la curiosa vecina (interpretadas ambas por una hilarante Irene Benlloch). Las actuaciones superan lo correcto: Avinent y Benlloch se introducen especialmente dentro de sus papeles ofreciendo así el contrapunto a la seriedad de Ariadna con diálogos que rozan el absurdo. Montoya, por otra parte, afronta con éxito la no fácil interpretación de un psicótico.

El guión, aunque simple y sencillo, consigue encajar pequeñas historias paralelas que reflejan la cotidianidad de la historia, su transcurrir intrascendente entre otras tantas, además de concentrar en un sólo objeto, los zapatos rojos de tacón que Carlos regaló a Andrea, todo el contenido de la historia: representan la relación ideal al inicio, la relación destrozada en el nudo, y la relación superada la final; así como el objeto de envidia del resto de personajes femeninos, que los desean, quizá en una metáfora de lo ideal que la vida de Ariadna parece desde el exterior.

Estéticamente hablando, la película recuerda al cine de los 80, la comedia de enredos española y, cómo no, el cine de Almodóvar. Y es que, del mismo modo que el director manchego, Núñez presenta predilección por los personajes femeninos y desequilibrados. Sin duda, un arquetipo que se presta a muchas situaciones distintas y a guiones melodramáticos que siempre ofrecen un correcto balance entre entretenimiento y arte, público o intelecto, el mayor conflicto de todo autor.

Cabe decir que, con los pocos medios de los que dispone y a pesar de varios incidentes, tras tres años de producción el resultado de Núñez es satisfactorio y sorprendente, en la linea semiótica de otros autores de su edad como el archipremiado Xavier Dolan, que demuestran que el mundo en los 90 no se volvió más cómodo sino más complejo, y que ser adolescente en el siglo XXI significa tener más inquietudes, más preparación y, por tanto, más problemas:


miércoles, 25 de julio de 2012

Gang Bang, por Jordi Nuñez

Desde luego, las mujeres de armas tomar son las protagonistas perfectas para el joven director Jordi Nuñez. Si en el corto "La herida de Nina" podíamos ver la historia de una joven atormentada por una venganza en su pasado, en su nuevo video-clip, realizado para el tema Gang Bang del último disco de Madonna, podemos ver la historia de una showgirl, interpretada perfectamente por Andrea Sánchez, que también tiene cuentas que ajustar con su pasado y un hombre, Pau Sola.

En esta ocasión, el director utiliza la sencillez del ortocromático para introducir los flashbacks, frente a unas rápidas y coloridas escenas que narran la historia presente junto a un intenso ejercicio de simetrías e interesantes planos cortos. ¡Sin dejar de lado el esfuerzo de hacer actuar al minino!

Si quieres verlo, mañana el autor hará público el enlace en abierto a su obra.

martes, 24 de abril de 2012

'La herida de Nina', cómo encajar un trauma en 15 minutos

Las grandes historias difícilmente caben en las dos horas que suele durar un film. Más complejo habrá sido para Jordi Núñez, con varios videoclips y cortos a sus espaldas, encajarla en los 15 minutos del corto "La herida de Nina". Para ello, se ha saltado las obviedades y ha preferido ir directo al simbolismo, a expresar todos los sentimientos que nos despiertan nuestros miedos por la forma. De ahí que el corto no deba analizarse por los diálogos explícitos, conversaciones cotidianas y lugares comunes en la vida de todos, sino por todo lo que se sobreentiende. Una habilidad que el director obliga a poner en práctica desde los primeros segundos, al resumir toda una escena sexual en los breves instantes posteriores, y que habrá que aplicar para reordenar los actos en nuestra mente tras digerirlo.


Argumento
Nina, aparentemente una chica que ha cumplido con todo en su vida, es en realidad un nido de miedos y angustias. Se niega a sí misma el amor, oculta a todo su entorno qué es lo que la inquieta y se obliga a sufrir los males del resto sin dar luz al suyo propio. Todo se entenderá con el desarrollo de las distintas escenas, aparentemente inconexas en un principio debido a los continuos saltos temporales, que sorprendentemente se resuelven en tan corto espacio de tiempo. Todo un drama al estilo Hitchcock, atemporal. Nina huye de su pasado: un despecho que la llevó al homicidio y a la promesa de no volver a amar, hasta curarse gracias a la segunda oportunidad que vemos transcurrir en el corto: su reflejo en su hermana y su compañera, en su pareja, y en sus traumas. Amar de nuevo, comprendiendo que al final de toda historia siempre estará la muerte, y perderle el miedo.

Interpretaciones
'La herida de Nina' es la breve biografía de una mujer y, por ello, cualquier actuación excepto la suya es anecdótica. Aún así, cabe destacar el papel de la compañera de trabajo, en el cual el desparpajo de Irene Benlloch deja entrever una existencia despreocupada, menos traumática y más volátil que la de Nina, mientras que la hermana, Lucía Castillo, parece estar vencida por el peso de la realidad y el sufrimiento de la responsabilidad. Nina viaja de un extremo al otro, sin identificarse con ninguno a pesar de que los otros dos personajes sí la etiqueten en el extremo contrario.

Paula Rausell, en el papel de Nina.
Nuria Marín consigue transmitir lo que se espera de ella: prepotencia y agresividad, antes de su asesinato, resentimiento tras él. Una actuación de contrastes frente a la de Diego Navarro que, como pareja de Nina, ha de ser llano y transparente para que podamos entender las divagaciones y miedos de la protagonista, interpretada por Paula Rausell en un trabajo más que bordado. Sin un atisbo de falsedad en la voz y con un registro facial muy completo, la actriz consigue no sólo que entendamos los sentimientos no explícitos de Nina, tanto positivos como negativos, sino que mediante su actuación podemos interpretar la del resto, aparentemente simples arquetipos hasta que vemos qué es lo que despiertan en la protagonista.


Dirección
Desde luego, la parte con más peso si intentas resumir dos historias de amor separadas por un homicidio y seguidas de una rehabilitación en 15 minutos. Puede sonar pretencioso, pero Jordi Núñez lo consigue gracias a su forma de jugar con los planos y el atrezzo:

El vestuario de la protagonista habla por ella. Como denota la hermana en uno de los diálogos, viste por encima de sus posibilidades, y eso nos lleva a sospechar de ella, a temer qué esconde. Pero el momento de mayor carga semántica de su vestuario es la escena final: si van a una boda, ¿porqué ese vestido fúnebre? Todo un reflejo de los malos sentimientos que el amor despierta en ella.

En cuanto a los planos, se nota la formación del director. Todas las escenas se inician con un plano equilibrado con especial atención a los tercios, para luego romper todos los esquemas. Nos lleva de la fotografía al experimento. Lo que podría despertar malestar en el espectador se transforma en un sello del creador y, lo que es más importante, consigue transmitir la misma incomodidad que siente la protagonista, dado que todos los momentos en que Nina siente agobio y miedo podemos observar horizontes volcados, hasta restablecer el eje en la escena final, cuando se cura de sus traumas.

 
Los escenarios tampoco están elegidos al azar. Como en el cine más tradicional, Núñez despierta nuestras ansias con las profundidades infinitas y los puntos de fuga estratégicamente colocados donde más llamen nuestra atención. La simetría siempre ha asustado en la pantalla, de ahí que la relación que hace el director entre la idea de la muerte y los callejones y pasillos simétricos, centrados, resulte con éxito. Otro modo de expresar los sentimientos se da cuando Nina mira fijamente a la pantalla: al salir de su burbuja, tras el asesinato, y al mirar al espectador a través de la casa en construcción en la que ella no acaba de sentirse cómoda. Como en su relación.

Para acabar, la simbología en torno al caballo. Considerado socialmente como un símbolo de vigor y fuerza, para Nina los caballos simbolizan los celos, el despecho y la venganza. Todo aquello que la llevó a matar a su rival en el amor con el busto plateado de un caballo, de ahí la relación entre las figuras, los relinchos y los caballos en sí mismos con su trauma.

Pero hay dos momentos en los que destaca el ingenio creativo del director: la escena ortocromática en la que Nina y su pareja son los únicos en color, dándonos a entender que él es lo único que la mantiene ajena a su mundo de miedos; y la escena inicial en la que, en medio de la tormenta, Nina huye de sus miedos y el fantasma de su víctima en medio de los relámpagos, con un ritmo y campos que rompen con el clasicismo de la historia narrada.


En conclusión
No es Hitchcock, ni es Almodóvar, ni von Trier. Pero tampoco tiene una cuenta bancaria en Suiza y el apoyo de los estudios (y el Ministerio de turno) detrás. Con pocos recursos, pocos años de vida y poco tiempo, Jordi Núñez consigue contar una historia completa en 15 minutos, dejando más para la mente del espectador de lo que se suele, y combinando la tradición clásica con nuevos enfoques y técnicas. Su trabajo demuestra mucho consumo de cine de autor, pero la obsesión por la significancia de lo no verbal en este corto refleja una mayor inspiración en Rosellini. Si quieres ver 'La herida de Nina', no dudes ir a su próxima cita en los cines Babel (Valencia), donde se proyectará junto al primer largometraje del director 'Salí porque salí'. Bastante más que mero cine adolescente.

lunes, 9 de abril de 2012

Dubstep relajante, paradojas made in SBTRKT

Y no sólo dubstep: tecno, house, bass... El dj londinense Aaron Jerome ha sabido llevar bajo el pseudónimo de SBTRKT (léase subtract) las útlimas corrientes de la electrónica de pista al salón de casa, a las veladas románticas o incluso a las noches de helado de chocolate y dramas. Su álbum debut homónimo (al pseudónimo, que no al nombre verdadero), contiene doce temas encajados a la perfección y tejidos muy meditadamente. Hasta el estilismo ha dejado bien atado.


La columna principal del álbum es el anonimato. Jerome se obsesionó con esta idea durante sus años como DJ, llegando a la conclusión de que el DJ no ha de ser la estrella sino simplemente un mezclador y transmisor de las obras de otros, las verdaderas estrellas. De ahí que en sus directos haya optado por usar siempre máscaras tribales, diseñadas especialmente para él y su colaborador, que lo acompaña al mando de sus conciertos bajo el pseudónimo Sampha. Además, el álbum cuenta con una colaboración de Yukimi Nagano, vocalista del también electrónico rupo sueco Little Dragon.

Las canciones, todas ellas con bases que bien podrían cimentar raves y festivales de electrónica, transcurren lentas como una caricia a los oidos. El disco lo abre Heatwave, tres minutos instrumentales in crescendo que preceden a Hold on, lo más parecido a un single comercial del álbum y claramente influido por los sonidos tribales que acompañan su estilismo. Wildfire nos revela que el dubstep puede ser sensual gracias a la voz de Nagano, que se abraza en un oxímoron al soul. Sanctuary y Trials of the past dan un respiro entre el nu-wave y el progressive en medio del trabajo para dar paso Right thing to do y Something goes right, perfectos contrapesos vocales en el centro del álbum. Pharaohs nos demuestra que el dance también fue hecho para escuchar en tranquilidad y el álbum lo cierra la magnífica Living like I do, la más bailable y al mismo tiempo la más oscura de las creaciones de Jerome.



En resumen, un álbum redondo para escuchar en una noche de relax, como transfondo de una conversación entre amigos o haciendo el amor. Uno de esos discos que merecen pasar a formar parte de la banda sonora de tu día a día.

sábado, 7 de abril de 2012

Xavier Dolan, o cómo es crecer en los 90

Tras ver la sangre que ha corrido por las décadas precedentes, parece que el final del siglo XX fue un regalo para los que nacieron en él. Desde luego, no tuvimos que enfrentarnos a guerras, violencia ni hambre; tuvimos acceso a la alta educación, a la cultura y a las nuevas tecnologías. Pero ser la generación más formada de la historia tiene un precio: nadie dijo que el saber fuera felicidad ni que las tecnologías simplificaran el mundo.


Se le podrá reprochar todo lo que se quiera a Xavier Dolan, pero desde luego, lo que nadie le puede negar es que es producto y fiel reflejo de sus circunstancias. De las de su generación. De las angustias, más espirituales que físicas, que aquellos que nacieron a final de siglo enfrentan al crecer, madurar e incomprender en el nuevo.

Su primer film, J'ai tué ma mère, escrito con apenas 16 años, demostró una relación infernal entre un hijo y una madre separados por un abismo intergeneracional incompensable. Mientras ella creció, y se ancló, en una de las muchas corrientes culturales que barrieron los 60 y 70, él ha crecido con la conciencia de que toda corriente cultural acaba siendo falacia. Ideales frente a desencanto. Ella es historia, él, post-historia. Kitsch frente a desencanto. Como Teresa y su madre en la literatura de Kundera: ella ama la realidad del ser, él no soporta su levedad.

El segundo, Les amours imaginaires, entra en la misma espiral obsesiva que todo joven ha padecido en torno a las relaciones interpersonales, plasmando, cómo no, el abismo entre el mensaje enviado y el recibido que tanto obsesionó a Hume. Mientras dos amigos se pelean por el amor de un tercero, este último yace ajeno a todo, pues nunca quiso significar lo que sus amantes entendían. Las múltiples lecturas de los mensajes entre personas se complican con aquellos inventos que han precedido a nuestra existencia: desde el correo tradicional hasta el electrónico y el teléfono. Todo se enreda más si atendemos al escenario post-ambigüedad, post-romanticista y post-todo que nos rodea.


Pero la principal baza de Dolan, virtuoso y precoz, es que rueda conforme a sus circunstancias. A aquello que está viviendo. La relación entre una madre y un hijo no podría haber sido plasmada tan crudamente por un director más mayor puesto que siempre miramos atrás a través del cristal del romanticismo. Como bien dijo él, la película era semi-biográfica, y es que no se puede plasmar una historia así, que muchos adolescentes han sufrido en mayor o menor medida, sin estar viviéndola.

Frente a esa rabia y espontaneidad adolescente encontramos a Francis, el alter ego de Dolan en su segundo film, más pausado, refinado en sus métodos e inmerso en el mundo de las convenciones sociales. Ya no se permite perder los nervios, destrozar su entorno y gritar, sino que actúa conforme a las diplomáticas formas del mundo adulto desde la rabia controlada de alguien que apenas está entrando. Nuevamente, refleja lo que está viviendo a sus 20 años en su película.

Aunque es cierto que ambas producciones cuentan con un guión que se podría haber comprimido en el trailer, de haber eliminado el ejercicio de vaciado que compone el resto de las películas, de transucrrir lento, nos habríamos perdido pequeñas obras de arte cinematográfico como la ira a cámara lenta del matricida y el único escape que se permite la madre al hablar con el director del internado por teléfono; o el simétrico y perfecto retablo coloreado que componen los cuatro diálogos post y precoitales del segundo film donde los protagonistas, siempre perfectos en sus papeles, expresan puntos de vista que nos ayudan a comprender el significado de sus objetos fetiche durante el resto de la película.

Así pues, igual que Marie se obsesiona con sus cigarros, Francis es el único dueño de sus marcas en la pared y este es el modo de ambos de mantener su vida atada y ajena al mundo inestable y en continuo cambio que el siglo XXI nos ha brindado. En el otro lado de la balanza vemos a otros personajes sin nombre que buscan sin éxito su modo de interpretar dicho mundo plusquamcambiante: la dolorida por las relaciones a distancia, el obsesionado con la sexualidad, la dependiente de las redes sociales... En el fondo, pequeñas historias, reflejos sociales, que todos hemos vivido.



Por la parte visual, Dolan vuelve a jugar con los límites del racord y, mientras en J'ai tué ma mère podíamos ver un estridente desequilibrio en las conversaciones plano, contra-plano; en Les amour imaginaires los travellings de cámara y los planos secuencia se alargan formando espacios vacíos de sentido en la acción. A pesar de ello, el director no rompe con el transcurrir de los films y todo queda en un anecdótico sello de autor, como lo son los estilismos pop y vintage de sus personajes y los decorados de colores y formas en contraste.

Se le ha reprochado esto último puesto que parece reflejar unas ansias del director, actor y productor de encajar en una generación a la que no pertenece, anterior a él, pero más que perpetuar iconos precedentes, Dolan hace algo muy propio de la generación a la que realmente pertenece: se burla de dichos iconos, los manipula, Marie es una Audrey Hepburn vulgar y Francis un James Dean débil. Y es que otra característica de los jóvenes post-guerra fría es que han consumido mucha cultura precedente, en todos los campos, y juegan con ella como una circunstancia más de su entorno: son su derivado.

En el fondo todos los personajes de Dolan buscan una única cosa: el amor, el afecto, el cariño. Y todos encuentran otra: el cambio. Maduran, crecen, cambian y, sobre todo, se hieren. Pero así se aprende. Marie lo expresa en su cita con la peluquera al decir que no le importa el sexo, que sólo busca alguien con quien despertar, con quien compartir la cuchara del desayuno, que respire a su oido. Ya lo dijo Milan Kundera: "El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien, sino en el deseo de dormir junto a alguien". Veremos como lo refleja en su próximo film, Laurence Anyways, la complicada historia de un transexual y, cómo no, su búsqueda del amor.


jueves, 5 de abril de 2012

Iamamiwhoami sigue sin saber quién es

Una vez descubierta la identidad de la artista, el grupo Iamamiwhoami parecía haber perdido el sentido y pasado a convertirse en una bonita anécdota de la electrónica. Pero no ha sido así, poco más de dos años después de su primer experimento, la sueca Jonna Lee vuelve a deleitarnos con una tanda de vídeos aparentemente inconexos y sin sentido, eso sí, acompañados de buena música.

La historia es la siguiente: en diciembre de 2009 varios periodistas musicales de todo le mundo reciben correos con contenidos audiovisuales vacíos de significado y bautizados con series de números. Unos pensaron que era el avance del nuevo trabajo de Christina Aguilera. Otros, más sensatos, pensaron en Björk. Semanas más tarde llegaba a YouTube un viral en la misma línea electrónica subido por un usuario que se hacía llamar iamamiwhoami (Yo soy, soy yo, quién soy literalmente). Esta vez se trataba de un videoclip más largo con un primer single, "B". Los meses transcurrieron con los singles "O", "U1", "U2", etc. hasta que la suma de los nombres de los vídeos pasó a conformar la palabra "Bounty" (generosidad).



Nadie sabía nada, puesto que la artista aparecía siempre maquillada en exceso y bajo diversos disfraces, mientras que los videos tenian un hilo en común que no parecía responder a la lógica. El código numérico de los primeros videos, eso sí, fue descifrado, para revelar palabras como "mandrágora", "educativo" o "bienvenido a casa". Finalmente, la artista apareció sin ningún tipo de máscara u obstáculo visual en el tercer vídeo, descubriendo que era la sueca Jonna Lee. Los vídeos, aunque nunca se resolvieron, parecían ser una metáfora del folclore en torno a las raíces de la mandrágora, con bebés, vírgenes, esperma de ahorcados y perros negros incluidos. Y así quedó resuelto un bello trabajo electrónico y visual, de entre los que destacan los singles "Y", "O" y "; John", que fue reunido y publicado como Who it may concern, frase que se repetía en varios idiomas en todos los vídeos (A quién corresponda) y que titulaba los mails enviados a los periodistas.



El grupo ofreció un único concierto, en el célebre festival One West Way de Gotemburgo. La crítica fue más que positiva y, aunque incluso llegó a ganar el Grammis sueco y fue nominado para los MTV Awards, desapareció del panorama como llegó: sin pistas, con incógnitas, en secreto.

Sin embargo el pasado uno de febrero el usuario iamamiwhoami resucitó en YouTube con un nuevo vídeo, "Kin 20120611". Esta vez las incógnitas no han durado tanto y ya se sabe que el título se refiere al primer álbum de estudio que el grupo está grabando para la discográfica Cooperative Music, que se lanzará le próximo 6 de junio. Hasta entonces, ya podemos disfrutar de los nuevos vídeos enigmáticos que Jonna Lee está dejando gota a gota en la red ("Drops", "Sever", "Good worker") y que esta vez parecen contar una historia lógica, aunque a día de hoy sigue sin tener sentido. Habrá que esperar al próximo single, bautizado con el prometedor nombre (para resolver enigmas, claro) de "En el orden correcto".


miércoles, 4 de abril de 2012

Vilna: iglesias, baloncesto y comida.

Ni tan activa como Riga ni tan antigua como Tallín, la tercera capital del báltico se presenta humilde y transparente, pero llena de riquezas y secretos escondidos. Apodada la Jerusalén del norte, por la cantidad de iglesias; con un barrio tomado por los artistas y autodeclarado independiente y un cuartel de la KGB convertido en museo sobre su pasado soviético, Vilna, o Vilnius, es una ciudad de contrastes.

Catedral de San Estanislao y San Bladislao
  • Moneda: litas (1€ = 3'45 LTL)
  • Idioma: lituano, una de las lenguas más antiguas de Europa.
  • Población: 560.200 hab. (2010)
  • Sociedad y condiciones
    Visitable a pié                    
        Precios bajos  Homofobia    
Opc. Vegetariana  Alcoholemia
Buen nivel de inglés                        

Qué visitar:
Puerta del Amanecer
Vilna es una ciudad que se recorre pronto y a pié. En una mañana puedes ver la Puerta del Amanecer, cruzar todo su casco histórico, entrar en la Universidad más antigua del Báltico y aparecer en la plaza de Gedimino, donde se encuentran la Catedral de los Santos Estanislao y Bladislao, patrones del país, el Museo Nacional de Lituania y, sobre la colina, el Castillo de la ciudad, desde el que se aprecian todos los tejados rojos del pequeño casco antiguo. La visita es gratuita excepto para la Universidad, donde pagas el simbólico precio de 1 lita, y para el Castillo si decides subir en el funicular.

Tras comer, puedes visitar el Museo de la KGB, por menos de 2€, donde los propios exprisioneros trabajan hoy como guías en un recorrido por la historia del espionaje y la represión soviéticas. Para terminar, puedes caminar hasta el barrio bohemio de Uzupi, autodeclarado independiente en 1997 y hermanado con el parisino Montmartre, donde los artistas han llenado las calles y casas de pequeñas obras y que cuenta con su propia constitución con artículos tan interesantes como "Tienes derecho a llorar", "Tienes derecho a cuidar de tu perro y tu gato, y que ellos cuiden de ti" o "Tienes derecho a ser querido, pero no es una obligación".

Uzupis
Si estás más tiempo en Lituania, no puedes dejar pasar la oportunidad de visitar Trakai. A tan solo media hora de la ciudad y por el precio de 2€, un autobús te lleva cada media hora. Se trata de un pueblo que, en su época, llegó a ser la capital del imperio lituano, que tuvo su máximo explendor en el siglo XVI al llegar al Mar Negro. El castillo, situado en medio de un lago, ha sido totalmente restaurado y se puede visitar su interior por 6 litas. Merece la pena. Y para terminar, Lituania es generalmente conocida por su baloncesto, y los lituanos se enorgullecen de ello. Si estás el tiempo suficiente, puedes ver un partido de cualquiera de los equipos nacionales en el estadio que sirvió como sede del Eurobasket 2008 en la ciudad de Kaunas.

Qué comer:
La cocina lituana se basa principalmente en patatas cocinadas de infinitos modos y la carne de cordero, pero cuenta con una gran variedad de platos tradicionales aptos para vegetarianos: la sopa de champiñones, servida dentro de un pan de centeno; los zeppelin, un puré de patatas horneado y relleno de varias opciones que incluyen setas o queso; los kiblinai, empanadillas de múltiples contenidos y las tradicionales tortas de patata.

Dónde salir:
Castillo de Trakai
Cozy, en la calle Universiteto, es el lugar ideal para picar el tradicional pan de ajo con queso frito mientras bebes cervezas locales junto a un dj diferente cada noche. Los locales prefieren ir a bares de música metal y bandas nacionales, llamados baras, y es que los lituanos no bailan, pero los pocos que lo hacen se reunen en Play, en la calle Islandija, un pequeñísimo local de música indie donde jóvenes lituanos ansiosos de conocer a foraneos beben coctails por menos de 3€ y se sientan en sofás y colchones como si de una fiesta en tu casa se tratase. Los locales comerciales se agrupan en torno a la calle Vokieciu, donde puedes apreciar de primera mano los problemas con el alcohol de la juventud lituana, mientras que el único lugar de ambiente en esta ciudad conservadora y rehacia a los homosexuales es Soho, en la calle Svitrigalio.

martes, 27 de marzo de 2012

Arrugas de colores

A partes iguales vieja y colorida, esto es lo que me inspiró la Capital Europea de la Cultura 2011, Tallín.







lunes, 26 de marzo de 2012

Más allá de Florence IV

Y para acabar esta ronda de artistas que bien podrían ocupar el lugar de Florence Welch, la también británica Anna Calvi. Ya desde pequeña gustaba de escuchar a Maria Callas, Nina Simone y Edith Piaf, encerrándose en su habitación durante horas para imitarlas. Cuando llegó el momento de entrar en la Universidad, Anna cambió drásticamente de su priemra opción, un grado en Artes, al conservatorio musical. Se graduó como violinista y pocos años después se volvió una virtuosa de cualquier instrumento de cuerda.



La británica lanzó su álbum debut, homónimo, en 2011 y fue rápidamente nominada a los prestigiosos Mercury Music Prize  y los BRIT Awards. Aunque no ganó ninguno de los dos, se dió a conocer en su país y más allá de sus fronteras, alcanzando el número uno de las listas en Francia, Austria o Suiza. Aunque se define como seguidora de Jimi Hendrix y Elvis Presley, su estilo es mucho más clásico y orquestal. Las guitarras apenas se oyen en sus versiones de estuido, aunque en directo la toca ella misma para dar un nuevo sonido a su música. A inicios de 2012 su sello Domino Records lanzó en America el single Blackout, su tema más movido, para introducirla en el mercado, y por el momento está siendo un éxito al otro lado del atlántico.

Anna Calvi quedó como finalista en los pasados Sound of 2011 de la BBC.

domingo, 25 de marzo de 2012

Más allá de Florence III

Más juvenil y accesible que Zola Jesus y Ane Brun, I Am Harlequin es el nombre artístico de la alemana Anne Freier. Nacida en la República Democrática Alemana, Anne no podía escuchar más que música clásica, pero su padre conseguía casettes de forma ilegal con las nuevas tendencias del mundo occidental, poniendo en riesgo su integridad. La misma Anne reconoce que para ella, tras una vida de Prokofiev y Tchaikovsky, fue muy impresionante escuchar por primera vez a Kate Bush. Tras la caida del muro de Berlín, la familia se mudó a Londres, donde Anne iniciaría sus estudios en una escuela profesional de música.


Tras una adolescencia dedicada al folk, la artista dió un giro en su estilo y creó el alter ego I Am Harlequin, con un sonido mucho más coral y subordinado en su mayor parte a la percusión. Además de lanzar sus propias creaciones por la red, Anne se dedicó a remezclar a otros artista. Su versión del Don't stop me now de Queen recibió unas muy buenas críticas y le brindó el contrato con Foster the People y Alicia Keys para elaborar los remixes de sus temas.

Anne Freier graba en su propio estudio editando simplemente con un ordenador, y aunque aún no ha lanzado su primer álbum completo, el pasado octubre lanzó un primer EP con los temas The King's Daughter y The Liberty. Ambos sencillos fueron un éxito de descargas, seguidos por el tema Wild One lanzado el pasado 12 de marzo y que entró a formar parte de la BSO de la exitosa serie británica Skins.

Próximo: Anna Calvi

sábado, 24 de marzo de 2012

Más allá de Florence II

Si Zola Jesus te parece demasiado oscura y depresiva para tu gusto, quizá Ane Brun sea la respuesta. Con la voz más clara y con un claro protagonismo en todo su trabajo, la noruega publicó su primer álbum de estudio en 2003, Spending time with Morgan, donde jugaba con el pop lento y la balada más tradicional a base de pianos y guitarras de acordes simples. Aun así, la potencia de su voz era ya predecible. Dos años más tarde publicaría A temporary dive, album más lento incluso pero donde los acordes se complicaban y entraban en juego intrumentos propios de la orquesta, como el violín, el cello o el harpa, que se instalarían para siempre en su estudio. Y es que el principal mérito de la artista es que con tan sólo 27 años estaba componiendo sus canciones, editándolas y postproduciéndolas ella misma en su propio estudio en Estocolmo.



La artista llegó a Suecia en 2001 tras vivir a medio caballo entre Bergen y Barcelona, estudiando, entre otras cosas, filología hispánica, lengua que demuestra dominar en canciones como Alfonsina y el mar, triste baladda próxima al aria sobre la pérdida del ser amado. Y en 2008 llegó su salto al cielo de la música independiente con Changing of Seasons que, aunque no arriesgaba especialmente en el apartado instrumental, hacía varios loopings y saltos mortales en el vocálico, recibiendo menciones en toda la prensa internacional, incluida la revista Time, y excelentes críticas que llevarían a su mejor y último trabajo: It all starts with one (2011).

Con canciones en inglés, noruego, español e italiano, lo que importa no es el idioma sino la voz de soprano llevada al mundo del sencillo. Los instrumentos son apenas meros compañeros débiles de una demostración constante de fuerza y pureza vocal, pero relaja los sentidos y puede acompañar ocasiones más lentas que las que requiere Florence + The Machine.

Próximo: I Am Harlequin

viernes, 23 de marzo de 2012

Hay vida más allá de Florence

Sí, todos estamos de acuerdo, Florence + The Machine es una máquina, como su propio nombre indica, de hacer buena música, incluso en directo. Pero Florence Welch no es la única con una voz torrencial y un estilo innovador. Si ya has devorado su último álbum Ceremonials y no puedes esperar para más contenido, te recomiendo leer esta serie de artículos dedicados a no tan conocidas, pero no por ello menos talentosas, artistas:

Zola Jesus
Nacia como Nika Roza Danilova en medio de un bosque de Arizona en 1989, Zola Jesus pasó su infancia alejada de cualquier otro niño excepto su hermano, sin televisión ni acceso a ninguna otra conexión con el mundo exterior. Quizá por ello leyó desde tan joven a filósofos y clásicos de la literatura, como Émile Zola, y dio pie a su obsesión por la ópera. Tras estudiar solfeo durante 9 años, perdiendo la voz varias veces debido a lo mucho que se exigía a sí misma, Zola Jesus se mudó a Wisconsin, donde empezó sus estudios de filosofía y filología francesa, y coqueteó por primera vez con el rock y la electrónica.

 
Tras subir sus primeros trabajos, grabados por ella misma en su vivienda, a su MySpace, The XX la contrató como telonera en su gira europea y de ahí al primer álbum de estudio con Sacred Bones Co.: The Spoils. El álbum resultó de un sónido muy oscuro, donde la voz se perdía a favor de sonidos caóticos, no sólo instrumentales. Zola Jesus reconoció, ante las pocas críticas negativas, que quizá había leido a Nietsche y Dostoievsky demasiado joven y ahora se reflejaba en su música. Y es que, como estudiante de filosofía, Zola Jesus siempre ha manifestado una idea situacionista, donde el arte debe de significar cosas y puede ser vivido, no sólo percibido por los sentidos.

Para su siguiente álbum se inspiró en la película de los 70 The Visitor, un mal drama de terror estadounidense, y el álbum resultó más oscuro que la película: Stridulum II (2010). El primer tema, Night, es una joya. Para el siguiente álbum, y es que trabaja a todo vapor, advirtió que se inspiraría en Schopenhauer y el existencialismo, y el resultado no podría ser más depresivo y, a la vez, impresionante. Conatus (2011) es, sin duda, su mejor trabajo, y era dificil superar a los anteriores.

Próximo: Anne Brun

miércoles, 21 de marzo de 2012

Fotografía made in @HerrTalot

Esta sección la dedico a aquél material que crea rescatable de entre mis muchos carretes muertos. Como primera muestra, estas tres fotos de mi viaje al sur marroquí hace ahora un año:

Desierto de Zagora, abril 2011.
Ouarzazat, abril de 2011.

Desierto de Zagora, abril de 2011.

martes, 20 de marzo de 2012

La mochila definitiva

Desde que fue fundada en 1960, Fjällräven ha destacado por ser una casa marcada por la responsabilidad social, cultural y medioambiental. Originalmente, y aún hoy en día en mayor grado, fundada como una marca de ropa deportiva para las bajas temperaturas escandinavas, la empresa sueca acabó haciéndose famosa por un simple diseño convertido hoy en objeto de culto: la mochila Kånken.
Versión mini, por 29'95€
En 1977, el gobierno sueco encargó a varias empresas el diseño de una mochila que solucionara los problemas de espalda de los niños en edad escolar. Como resultado de dicho encargo, Fjällräven produjo esta pequeña y simple mochila. Ahora, treinta y cinco años después, la empresa celebra el éxito de la mochila lanzando una nueva versión en dos colores que incluye un bolsillo acolchado para ordenadores portátiles. El modelo no ha cambiado en absoluto, y sigue contando con su famoso reflector con el zorro ártico impreso en rojo y con sus graciosas asas para llevarla a modo de bolso de mano.

Aunque parece un producto infantil, en Escandinavia lo llevan todos los jóvenes. Sus principales bazas: materiales impermeables e hiperduraderos (la empresa misma anuncia la mochila como un accesorio a pasar de padres a hijos, garantizando hasta 30 años de uso), precio módico (en torno a los 50€) y el hecho de que, por su sencillez, combine con casi todo.

                               


Un clásico reeditado, y además ahora disponible en modelos color block. Recuerda que además de adquirir un gran complemento para tus estilismos más urbanos e informales, Fjällräven no utiliza mano de obra barata en países subdesarrollados, como la mayoría de productos de culto en el mundo de la moda, que gran parte de sus ganancias se destinan a la protección de parques naturales suecos y al desarrollo de mejoras en el sistema educativo, y que tiene una labor más que activa en la protección del zorro ártico (fjällräven, en sueco) especie en peligro de extinción.

domingo, 18 de marzo de 2012

Melancholia, existencialismo para el siglo XXI

Muchos lo criticarán y no seré yo quien les quite la razón y el derecho, pero sí quien salga en su defensa. Lars von Trier, por mucho que ahora se haya puesto de moda llamarlo nazi y criticarlo por sus poco acertadas declaraciones, ha removido muchas más consciencias y abierto mentes con su cine que algunos premios Nobel de la Paz.

Todos los genios se contradicen, y supongo que por ello Dogville (2003) hace mucha más critica social izquierdista, más profunda y acertada, en 170 minutos que toda la prensa progre española en treinta años. Si aún no la habéis visto, buscadle un hueco alguna noche. Y por mucho que le juzguen de misógino, desde la insoslayable Selma (Dancer in the Dark, 2000) hasta la indigerible protagonista de Antichrist (2009), todas las estrellas de von Trier me parecen mujeres autosuficientes, fuertes y más que admirables.

Pero ahora toca hablar de Melancholia, para mí la mejor película del ya acabado 2011. Melancholia no nos engaña, no es Hollywood y no, no hay héroes que salvan la película en los últimos veinte minutos para que salgamos del cine con una sonrisa. Melancholia te hará salir del cine con el estómago revuelto, y eso es algo que sólo hacen los films que de verdad tratan al ser humano. La película niega la creencia social en que el progreso y la ciencia nos salvarán de cualquier catástrofe, niega nuestra superioridad y, se podría decir, niega hasta la existencia de la felicidad. Al fin y al cabo, ¿qué harías tú si un planeta fuera a estrellarse hoy contra la Tierra?

Trier emula el Ophelia de Millais, poesía cinematográfica.
El argumento
Como en un ensayo de su compatriota Kierkegaard, von Trier nos cuenta el drama interno de dos mujeres opuestas, dos hermanas que viven de espaldas a la otra, en dos partes claramente diferenciadas. En primer lugar, Justine, interpretación cumbre de Kirsten Dunst, una mujer triunfadora y destacable, se da cuenta de su vacío interior en el momento en que consigue todo lo que quería en esta vida, o todo aquello que nos dicen que debemos conseguir. Durante esta primera parte, vemos como una situación familiar idílica va deshaciéndose debido a todos los hilos escondidos que conforman el tejido de la formalidad. Como ya hiciera en Dogville, von Trier deshila dicho tejido y nos enseña la hipocresía, la confrontación de poderes y las ambiciones cumplidas y perdidas de los miembros de la sociedad hasta conducir a Justine a la inapetencia, el hastío y la desolación por mucho que intente buscarse a sí misma ajena a su propio banquete de bodas.


En la segunda parte, Claire, encarnada por Charlotte Gaingsbourg, que repite a pesar de la supuesta dureza de filmar con el danés, demuestra a la mujer correcta. Aquella que cumplió con lo que la sociedad esperaba de ella, se casó y tuvo un hijo, y ahora ha de luchar por mantener todo ello porque lo que la sociedad nunca le predijo, el fin del mundo, se acerca irremediablemente. Su marido, en un intento de controlar su histeria creciente, la consuela con la infalibilidad de las explicaciones científicas. Pero la ciencia se equivoca y Melancolía se sigue acercando a la Tierra. Mientras tanto, Justine sigue ajena a todo, pues ha perdido la inocencia y, con ello, el único acceso a la felicidad, como demuestra al mantener a su sobrino en un falso mundo mágico, pero feliz, hasta el momento de su muerte.

Melancholia e Ingmar Bergman
Una de mis películas favoritas es Persona (1966), y no puedo evitar ver en Melancholia un reflejo de aquello que ya descubrí en el maravilloso film sueco. Las protagonistas y la estructura casi coinciden: una imponente mujer rubia frente a una imponente mujer morena, aunque en este caso los papeles están cambiados. Alma, la rubia, es la mujer que cumple sin cuestionar con todo aquello que se espera de ella, mientras Elisabeth, una famosa actriz, enmudece por propia voluntad harta de las convenciones sociales.

Mientras Justine trastoca la vida de Claire con su actitud, Elisabeth lleva al borde de la locura a Alma con su silencio condescenciente. En ambos casos las trastornadas parecen haber descubierto una realidad oculta al resto, la intranscendencia de la vida, el vacío existencial, mientras sus compañeras enloquecen al buscar todos los modos posibles de negarse a sí mismas esa idea nihilista, existencialista y reduccionista. En las dos películas encontramos también sendas partes diferenciadas: von Trier separa estas partes con una sobreimpresión, mientras Bergman lo hace con un largo y molesto desenfoque de la cámara.

Mientras los primeros minutos de Melancholia son retablos en movimiento, pura belleza cinematográfica y metáfora del resto del film, en Persona nos enfrentamos a unas escenas aparentemente inconexas, precedidas por el encendido del proyector, que sintetizan las ideas básicas del director y nos recuerdan que, al fin y al cabo, la películas es una mentira, es intranscendente como la vida misma y al final volveremos a ver como el proyector se apaga, dejando las ambiciones, sueños y vida de los protagonistas en nimiedad, así como Melancolía vuelve inútiles nuestras vidas al devorar la Tierra.

La moraleja
Las primeras imágenes del film son pura poesía, arte repleto de contenido, el contenido que le falta al resto de la película y que, como tal, hay que suplir con dialéctica. Los diálogos, de hecho, reflejan ideas filosóficas muy profundas, por ambas partes enfrentadas, aunque acabe venciendo el existencialismo de Justine

La película puede entenderse, en realidad, como una metáfora de cómo vive cada uno su vida y como la pérdida de la inocencia conlleva a la destrucción de ésta y cualquier sentido que pueda tener. Así pues, el planeta Melancolía podría ser en realidad Justine, mientras la Tierra es Claire, y así vemos como la inestabilidad de la hermana rubia arruina la vida de la hermana morena, pues la depresión crónica de Justine impide la realización, en todos los sentidos, de Claire, que sueña con una vida de convenciones y correcciones. De este modo, la colisión entre ambas hermanas acaba con la pérdida del marido por parte de ambas, instranscendente para la primera y catastrófico para la segunda, así como con el niño, angustiado por las presiones y vida condicionada de la madre y liberado por la permisividad y el libre albedrío de la tía.

¿Y tú, cómo actuarías si todo acabara mañana?
Concluyendo, vemos una vez más en el cine de von Trier su sociopatía, una firme creencia en que la sociedad pervierte al ser humano. Claire, producto social por excelencia, se niega a creer que el castillo de convenciones que ha construido es falso y puede acabar de la noche a la mañana, mientras que a Justine, que es consciente de la falsedad de todo, el fin del mundo a penas le despierta algún sentimiento. Quien nada espera, nada puede temer.

jueves, 2 de febrero de 2012

El esperado parto de Lana del Rey

“Mamá, quiero ser artista” Y por supuesto, un progenitor nunca se resistirá a los deseos de su pequeño. En este caso, Elizabeth Grant contaba con el significante punto a favor de que su padre era el dueño del mayor imperio de dominios en Internet, Rob Grant, lo que se tradujo en montones de dinero para hacer realidad el sueño de la niña.

Un cuidadoso estudio para escoger el nombre apropiado, al parecer el hijo no reconocido tras una noche de drogas y sexo entre la legendaria Lana Turner y un motor Ford (del Rey); una estudiada promoción “gota a gota” en redes sociales, al estilo del artista más indie de Brooklyn (pero ella se crió en Connecticut, no vayamos a confundirla con la plebe) y un milimetrado estilismo que sugiere más de una operación estética (pero ahí no entraremos que aún no se ha demostrado que la silicona afecte a su vocalización, ¿o sí?) han bastado para convertir a la niña en la estrella del momento, ocupando portadas de revistas internacionales incluso antes de sacar su primer disco. Pero, ¿hay algo de talento tras tanta postproducción? Juzguen ustedes mismos su primera actuación en directo en el célebre programa de humor Saturday Night Life:


Estrella o estrellada, está claro que Lana dará que hablar. Su primer videoclip, una producción low-fi que promocionaba el single Video Games junto a un piano en continua sobreexposición, revolucionó la red meses atrás y puso a todo el mundo en sobre aviso de lo que se prometía como la femme fatale de la música alternativa. “La Nancy Sinatra gángster”, se definió ella misma al periódico británico The Guardian en una entrevista. Sinceramente, Nancy Sinatra era mucho más modesta.

¿Es una artista o un producto? Queda claro que todo en su vida ha sido medido y prefabricado para venderla fácil y rápidamente, pero hay que reconocer que el disco, Born to die, es una joya tallada con maestría. Sin abandonar ni un solo momento esos ritmos lentos que nos recuerdan su caída de pestañas narcolépsica y su pose patizamba en el directo, hay que premiar a los productores por haber manipulado su voz hasta hacerla encajar perfectamente en unos temas compuestos con amor e inteligencia a partes iguales.

La artista (o mejor, su equipo) no se ha quedado en el pop lento hijastro de Adele y otras lloronas que mostró en sus dos sencillos, y ha sabido beber sorprendentemente de un estilo más Kanye West en Off the races o de la pausada y experimental electrónica europea en Dark Paradise o Lolita. Aunque la favorita del público parece ser National Anthem, la singular adaptación del dubstep al medio-tiempo que se observa en Summertime Sadness sólo se había visto hasta ahora en grupos muy personales como The XX o James Blake, mucho más digerible aquí, eso sí. Si su objetivo es el público mainstream, desde luego la apuesta es más arriesgada que Björk en el Viña Rock.

En conclusión: ¿merece la pena el álbum? Definitivamente SÍ. ¿Merece la pena ella? Tendrá que ganárselo. Al resto de su equipo, una sincera enhorabuena.