lunes, 4 de noviembre de 2013

Descanse en Paz, Erasmus

Wert ha dado esta mañana un último estacazo a unas becas que, ya de por sí, llevaban un par de años agonizando. Sin previo aviso, y afectando retroactivamente a miles de alumnos españoles, ha añadido un requisito extraordinario (y no contemplado en 25 años de historia de movilidad europea): el haber sido becario el año previo por el Ministerio que nuestro ministro peor valorado dirige. La obtención de una beca Erasmus partía, hasta ahora, precisamente, de lo que él más defiende: la excelencia académica.
¿Nos vamos o nos echan?

Pero lejos de querer perderme en debatir si un decreto retroactivamente desfavorable es legal o no, o de la lógica tras una decisión que va contra la movilidad europea que el Plan Bolonia exige, y que el mismo partido que hay en el poder aprobó, quiero aprovechar este post para defender todas las cosas positivas que ha aportado hasta hoy este sistema de becas. Y justificar que, si becar a alumnos para que estudien en el extranjero os parece caro, esperaos a ver el precio de no becarlos.

Yo pertenecí a la última generación que tuvo el privilegio de disfrutar íntegramente de una beca Erasmus, en el 2011-2012. Justo un curso después se redujo a la mitad la cuantía de ésta, y dos años más tarde, se ha reducido a la nada absoluta. Mi Erasmus lo pasé en Tampere, una ciudad de 300.000 habitantes en el centro de Finlandia, un país frío pero acogedor, estimulante pero, eso sí: caro. Y no hubiera podido aprender todo lo que aprendí y aportar a España todo lo que quiero aportar si no hubiera contado con esa ayuda mensual que, muy lejos de lo que la gente piensa, no son miles de euros, sino unas cetenas que a penas cubren el alquiler.

Los medios, esos que reniegan de becas y subvenciones, pero reciben un dineral en propaganda institucional para que ahoguen cualquier atisbo de crítica, venden la idea de que el Erasmus es fiesta y de que Europa se llena cada año de jovencitos que van a pagarse los comas etílicos y los condones de las arcas públicas. Pues bien, no voy a negar que salí de fiesta, pero no por estar de Erasmus, sino porque tenía 21 años, y no salí más en Finlandia de lo que salía en España. Tampoco voy a negar que practicara sexo, pero juzgar si eso es bueno o no, no tiene nada que ver con la rentabilidad de mi estancia o con mi aprendizaje allí, a menos que lo juzgue un miembro del gobierno que sea más fiel a sus convicciones religiosas que a su labor pública. Pero, espera, ¿no estábamos en un país laico?

Este señor, con esta cara, es Ministro.
Lo que puedo decir es que, aquellas centenas de euros que recibí al mes me permitieron aprender asignaturas de mi carrera a las que no se le daba mucha importancia en España. Me permitieron aprender no uno, sino dos idiomas, con los que ahora tengo mayores oportunidades laborales (fuera de España, mayormente, pero la empleabilidad de los jóvenes en nuestro país es otro debate). Me permitieron conocer otros tipos de democracia más responsables, otros Estados del Bienestar más eficientes y, de paso, me permitieron ver que podría mejorar España con lo aprendido fuera. Y es que lo importante de irse al extranjero no es ver nuevos paisajes, sino ver con nuevos ojos.

Quizá lo que pretende el muy honorable sin-Wert-güenza es, precisamente, que los alumnos españoles dejemos de aprender eso. Dejemos de ver que, por ejemplo, en Finlandia existe un modelo educativo integrador, eficiente, público y plural, calificado como el mejor del mundo, y que algún Erasmus de magisterio podría tener la mala idea de analizar, aprender e intentar aplicar en España contra su querida LOMCE.

Quizá Wert teme que alguna Erasmus de CC. Políticas aprenda que en Suiza hay asambleas de democracia directa, o que en Islandia se toman decisiones democráticas vía Internet, y quizá la alumna querría volver y aplicarlo en España derogando a este gobierno ya de por si ilegítimo tras no cumplir ninguna de sus promesas electorales.

Quizá Wert teme que un Erasmus de Enfermería descubra, al irse a un país con la Sanidad privatizada, que el modelo sanitario que teníamos en España hasta este Gobierno era de los más baratos y eficientes del mundo, y que al volver hará lo posible por que no nos lo sigan arrebatando.

Cada día se suma un nuevo ataque al Bienestar.
Quizá Wert teme que una Erasmus de Comunicación Audiovisual vaya a Francia y descubra que allí el cine recibe 700 millones de subvenciones al año frente a los 50 que recibe en España. Quizá un Erasmus de Periodismo descubra que en España hay leyes contra la libertad de expresión que no respetan la convención de los DDHH. Y así, un largo etcétera.

Lo que estoy seguro que teme, tras estos ejemplos, es que España sea hasta el día de hoy el país que más Erasmus manda y recibe al año, y que tanto intercambio de experiencias e ideas creen una nación culta que algún día sea ingobernable por gente de su calaña.

Lo más penoso es que, a día de hoy, yo ya no me preocupo de que generaciones venideras puedan irse o no de Erasmus y vivir así una experiencia enriquecedora e insustituible, porque me desborda si generaciones venideras van a poder si quiera acceder a los estudios superiores. España ha retrocedido cuatro décadas en dos años.

Por todo esto, #ErasmusRIP
#EducaciónRIP
Error 404, Democracia not found.

1 comentario:

  1. Así nos va y, me temo, que nor irá... Yo no opte por la Erasmus pero si por una Leonardo. Ha sido una de las experiencias personales de mi vida y sin duda, a nivel profesional, la que más. Creo que quieren un país de "catetos" que escondan su miseria bajo una grandisima bandera...En fin,enhorabuena por el artículo :)

    ResponderEliminar

Soy todo oidos: